Desde las alturas unos dice que el cielo está más cerca, lo cierto es que la tierra se mira indiferente. Me balanceo por gusto y el miedo me lo trago como al prójimo. Me dicen el gavilán y desde el trapecio soy irresistible.
Todas las noches una hilera de ojos lanza sus dardos verdugos. Nunca olvidaré esa mirada lasciva que me hizo comprobar la dureza terrestre.
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