Penetrar en la lenta mano del olvido es como retocar de bulto el espacio entre ellos. Vagar por las calles, lo supe siempre, es dar alimento a esta visión de peregrino. A ese calamar que habita en el cerebro; a ese guardián que nos espera en la ventana.
Los herrajes, si tienen herrumbre, se conservan mejor en la mirada.
Fotografía: Rua de Atafona, Porto, Portugal.
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