La simetría de su rostro se perdió, ya no es un animal
bello. Se prolonga en su cruel desfiguro. Ya es presa de la tribu muerta. Desde
su nacimiento se reveló mestizo desbordándose hacia adentro. Yo lo vi llorar
despacio, blando. Hoy lo escucho arrojando piedras a su río, sonrojado y con un
notable encanto. El miedo circuló como sangre vital por su cuerpo. ¿Qué culpa le
quitó la alegría? Esa costumbre de ayudar sin ayudarse. Su rostro se perdió
entre tanto rostro.
La niebla densa baja en el río Duero. No sabemos cómo regresar
a casa.
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