Entre dos cuerpos empulgados la A resurgió con su bigote. A lo largo de su alfabeto el exoesqueleto tuvo oídos de sobra para abrazar sus pantalones. Ya no recuerda su niñez silábica.
¡Ay! de nosotros que somos fieles a la E.
Entre dos cuerpos empulgados la A resurgió con su bigote. A lo largo de su alfabeto el exoesqueleto tuvo oídos de sobra para abrazar sus pantalones. Ya no recuerda su niñez silábica.
¡Ay! de nosotros que somos fieles a la E.
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