No hay una nube en
Lisboa. El rio Tejo como animal dormido no se mueve. Hay una calma chicha. Dos días
alucinantes de montaje de la exposición para lo que se iría a llamar Arte
Lisboa, y ahora se denomina: Festival de la Innovación y Creatividad. En el Pabellón
número tres está el espacio destinado a las Galerías de Arte, dos de Lisboa,
una de Aveiro y Vantag Galería, de Porto.
El Parque de las Naciones se construyó, más
bien se erigió, para la Exposición Mundial de 1998 de Portugal. En la parte
oriente de Lisboa a la vera del rio Tejo o Tajo, para los que soñamos en español,
emerge este monumental espacio. De arquitectura deslumbrante donde se tiene la impresión
de entrar en un gran navío que reposa en tierra. Formas simples que se combinan
con la rigidez estructural de las cuerdas de un velamen. Algunos edificios terminan
como si fuera la proa y otros se ondulan como olas de hormigón.
De noche, cuando
termina el bullicio, andando entre los edificios y explanadas parece que flotamos
en un buque fantasma y que de un momento a otro saldrá una cabellera morena a
seducirnos con su canto de sirena o saldrá un marinero entrado en copas a
enterrar su navaja nocturna en nuestras carnes.
Fotografía tomada al
pie de la Torre Vasco de Gama, el puente del mismo nombre y el rio Tejo se ven a la distancia.
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