Era un cuerpo dividido
por dos jardines de luz. Una incisión
que parte la piedra de granito. Un
momento que se refleja y se anula. Se espiaban los recintos, impalpables. A todas
horas: el instante. Entra en un albor para perderse en un susurro de
contrastes.
El mundo parece que
se entreabre sin atributos. Un antifaz de sombra busca camino para llegar al
aire libre. El ojo se hincha en este dialogo mudo.
La frente de este ensueño
es un racimo de claridades entre tanta noche de remanso. .
Sergio Astorga fotografía de alguna luz en Lisboa.
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