martes, 30 de diciembre de 2014

Agua Nueva 2015


La fragilidad de los embutidos y la severidad de las semillas, motivan a este Abarrote a darles, como cada año, mi deseo fulgurante de que el paso al nuevo año les sea aromático, como esa infusión de azares que bulle en las mañanas.

La gota del tiempo se mece en el agua que lo cubre. Se germinan los unicelulares días con las lenguas candentes de los osados y cristalinos pensamientos. Por la corriente, miles de carátulas, como un cardumen, vibran y cambian de sentido al menor responso. El tic tac nos marca oxigenar nuestras calles y dejar la cubeta fuera de casa para captar la lluvia amiga. 
Cambiar de tiempo es mudar el agua y su resaca. Así como se bombea ese liquido que nos circula rojamente, confesemos nuestro gozo por seguir en la corriente.
Que no se anegue este transito de año que te viene y encuentres la orilla litoral en las horas que te mojan.

Un abrazo para el repique del quince porque el catorce ya no ulula.
Un abrazo para el repique del quince porque el catorce ya no ulula.
Un abrazo para el repique del quince porque el catorce ya no ulula.

Acuarela/papel 20x 30 cm.

Resquicios del catorce


Como si fuera un antifaz con una a sonrisa metálica que nos indica que los sesos de nuestro cráneo son un trampolín para el poeta y oportunidad inmobiliaria para el potentado, la realidad se nos presenta inexorable. Parece penitencia cotidiana ver cómo pasan los días expuestos al deslumbramiento de lo que hay detrás, del otro lado: la otra orilla. Ese otro latido que vislumbramos, como quien levanta el fantasma del viaje. Desde nuestro armario sacamos los pañuelos de lino para aventarlos por los huecos que nuestra mano puede penetrar. El eterno oleaje de las cosas es leal, como esa fatiga al retorno, como esa ineptitud cultural que a todo se acostumbra. No se puede dudar con ese apego a la noria. La palidez del paisaje solo se aviva con la tentación descriptiva. La ceniza es para calcinar el poco viento que se cuela por el antifaz metálico que ríe como si gozara de impedir la visión de conjunto. 

La consciencia es un simple tintineo caritativo que se acomoda en los resquicios del catorce. El quince viene con el escote abierto. Cortejemos.

Fotografía: vista del río Douro dede Vila Nova de Gaia, Porto Portugal.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Vuelta a la manzana


Cuando se cansó de mirarse en los espejos decidió tener vida. ¡Esa manzana no!, le dijeron, porque es para Caperucita. Esa otra ¡no! porque tiene gusanos. La reineta tampoco porque es para la mermelada de la abuela. Desconcertada, se abandonó en esos gestos tristes que tanto la afeaban. Estaba perdida, oyéndose, incapaz de contestarse. Fue entonces, que apareció debajo de su falda, enroscada como esos cuentos infantiles, una serpiente que le murmuró: ten, esta es la manzana que es tuya.

Fascinada, ella la sigue mordiendo, segura de si misma, como hasta ahora.

Acuarela/papel 20 x 30 cm.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Entre sombras


Se la llevó la palmera, quién la miró nunca podrá olvidar sus cabellera negra enredándose en su cuello, el cuerpo tenso y esa sonrisa diáfana. La niña se columpiaba como todos lo días. La cuerda la amarraba en un extremo del balcón y en el extremo de la cuerda un pedazo de madera le servía de asiento. Se mecía de dos a tres de la tarde.
¿Porqué no gritó? Seducida por el penacho de la palmera se dejó columpiar por esa sombra de manos.
Hace tiempo que no vemos a Ruperto, el joven que repartía folletos publicitarios. Sin embargo, la sombra todos los días devora la pared.

Fotografía: Miragaia, Porto, Portugal.

martes, 23 de diciembre de 2014

Felices Fiestas


A toda mi estimable clientela, como todos los años por estas fechas decembrinas me es grato, como abarrotero de ultramar, desearles la mejor de las mesas, donde las viandas apartarán las desdichas y amarguras, para que el sabor tónico resuene y el diente sea el altar del noviazgo amoroso de las coles.

Que la psiquis tenga el son del corazón y la roja utopia de la infancia.

Brindo verídicamente. Con la simetría del armisticio y el frenesí de los abrazos.

Vísperas


Había un árbol, un muelle y un reseco hilo de plata. Alguna vez hubo un cuerpo, un caracol y tiernas cenizas esparcidas por el piso. El sonido de campanas alerta la llegada de la misma historia, pegajosa, inconfundible. El desfile de voces, sin muelle que las reciba y esa plegaria oscura del desencuentro. Las lineas de la mano se entrelazan y un crepitar de deseos insatisfechos culminan la cartografía de los sueños. El talento de la piel puede nombrar otro paisaje, lejos de la siesta, lejos de las moscas. Los Ángeles sin Guardar ya son calendario, pero podrían haber sido agenda, lo mismo da, hay cosas que no cambian y las plumas solo cambian de color cuando se recuentan los instantes. Bautizar de nuevo nuestros huesos, nada más natural en la tormenta.
Había un árbol repleto de luces como el silencio y una hoguera quemaba el hilo de plata. 

lunes, 22 de diciembre de 2014

Me fui con el engaño


No te pude decir el ultimo verso. La razón de mi viaje: una rima asonantada. A la mitad del ruedo me he quedado mirando al tendido y sólo he encontrado el miedo. Sí, el miedo al ridículo. Nunca tuve faena más guarra. No sabía el terreno que pisaba. Me fui a la querencia contraria y sólo ahí pude defenderme un poco del vendaval. Sentía el rejón clavado en la frente y el corinto empapaba mi visión. Embestí a ciegas como buscando cariño. Sentí tu recorte quebrándome los ijares. La sombra me cubrió la rabia y el viento me quebró la cara. Huir no es lo mío y no podía esperar al alba, ni subir a los tendidos, ni a las altas barandas. ¿Que cuál es el último verso?

Tu mirada es una daga.

Acrílico sobre madera 50x70 cm.

viernes, 19 de diciembre de 2014

El impensable


Una mañana del año 1959 el joven Mariano entró en estado vegetativo. De pensamiento contradictorio como todo buen hombre creativo, eligió un principio general de vida: imitar a August Rodin. Leyó todas la biografías existentes. Apasionado especialmente con el libro que escribió Rilke sobre la vida de Rodin. Se inscribió en la Escuela Superior de Actividades del Espacio, que pronto abandonó para trabajar de aprendiz en un taller de artesanos que esculpían en todo tipo de piedra. Durante tres años aprendió el oficio. No había cementerio en la ciudad que no tuviera una tumba en la que no hubiese metido mano. Vírgenes, ángeles, bustos de hombre y de mujer le sirvieron para adquirir la maestría de solucionar la tercera dimensión. Con la fama bien ganada, un arquitecto lo contrató para realizar una figura de hombre en tamaño natural, en piedra, que estaría colocada en un céntrico edificio como remate en el vano del dintel. De inmediato pensó en Rodin. Infinidad de proyectos se amontonaron en su taller. Cuando el arquitecto fue a visitarlo para escoger la escultura, y después de observar con detenimiento, no tuvo ninguna contemplación en comentarle que le parecían escandalosamente imitaciones del Pensador. A punto de salir del taller, casi se tropezó con una escultura que estaba arrumbada entre bloques de granito. ¡Esa!- exclamó entusiasmado. Era una escultura con las rodillas en tierra, con los brazos alzados y las manos apoyadas sobre la nuca y la cabeza inclinada hacia la izquierda mirando hacia abajo.
El arquitecto, no perdía la oportunidad de contar la historia del imitador de Rodin y que gracias a él, había salvado a la ciudad del escarnio urbanístico.
La escultura poco a poco consiguió cierta notoriedad y las personas comenzaron a llamarla: El impensable. 

Desconsolado, el ya no tan joven Mario, cada vez que pasa por la Praça da Libertade y mira hacia arriba, un desconsuelo estético lo paraliza.

Fotografía: Praça da Libertade, Porto, Portugal.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Clarita se vende


Por falta de terreno apropiado y pastura que alcance, se pone a la venta un ejemplar único en su tipo. De mediana edad, se encuentra en plena producción láctea. Tiene como es natural, hábitos ungulados. Es hacendosa, nunca interrumpe cuando se le habla y siempre, en sus grandes ojos negros, aparece una templanza pastueña que calma los afanes de este mundo enloquecido. 
Su nombre es Clarita, así, en diminutivo, porque ella no responde a los gritos. De una claridad de principios inobjetable da gusto cepillarla cada fin de semana.
Con el espíritu navideño que espero que usted tenga, no pondrá objeciones relevantes para brindarle todas las oportunidades de vida que infelizmente no he podido darle.
No tiene compromiso alguno, por ello no se preocupe de que pueda tener al novio tocando a su puerta.
Exhibición permanente para que usted pueda revisar el buen estado en que se encuentra. Le aseguro que no se arrepentirá.
Lo esperamos en la Rua de Santa Catarina.
Precio a tratar.

Fotografía: Astorga, Rua de Santa Catarina, Porto Portugal.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

La Posada de enfrente



Sin estrella pero con fortuna llegaron a la posada pasaditas las ocho de la noche. Doña Matilde, la anfitriona, tenía sus pies tan hinchados que sentada en el sillón de la sala recibió a los peregrinos con una sonrisa constreñida. Junita, su hija, no tenía descanso, los 16 años que le corrían despertaban la codicia de Pepe y Andrés, compañeros de colegio, que no paraban de recorrer con miradas navideñas el nacimiento de Junita al mundo de la tentación. Juanita, llenaba las canastitas de papel con chocolates y colación.  

- Si no hay ponche me voy - llegó gritando Melquíades con su nueva esposa del brazo, una morena de ojo saltón y frente estrecha, Doña Matilde que ya sabia de sus inclinaciones, mandó a Junita  por la botella de brandy para que se la diera a Melquíades y así evitar bulla con Josefa, su primera esposa, que con sus dos niñas arreglaba el pesebre.

- ¡Juanita!,  gritó Doña Matilde. Pon música, que no es velorio. Ponte los villancicos que me regaló tu primo, haber si con eso lo perdono. Eso de meterte mano no me ha gustado nadita.

- Juanita,  ¿no oyes la puerta?

Doña Matilde al ver entrar a su compadre Fidencio, se levantó como si vislumbrara el camino de Belem. Viuda persignada, no daba por perdido un tuqui ticu con el compadre, que al fin de cuentas también era viudo.

- Siéntate aquí mi Fide, pero que guaperro vienes. Tómate un ponchesito conmigo, mira que le puse hartos tejocotes, guayabas y pasas, tiene poca caña porque el muy infeliz del Chucho sólo me guardó tres kilos.

-Doña Matilde, que bonito le quedó su nacimiento. Con tantos borreguitos. Ay que me da una ilusión.

-No me vaya a lloriquear Chonita. ¿Me trajo los pastores; esos altotes con el pelo rizado? La verdad es que esos prietitos que tengo son los que le gustaban a  mi marido, que en gloria este, y a mi, le soy honesta, no me cuadran nadita. ¡Chamacos! dejen de corretear, salgan a la zotehuela que aquí me van a tirar el árbol.

-¡Juana! ¿Qué pasa con esa música?

- Ya esta, mamá.
–!Súbele!… Eso. Una posada sin villancicos no es posada.

“La Virgen se está peinando
Entre cortina y cortina
Los cabellos son de oro
Y el peine de plata fina

Pero mira como beben 
los peces en el río
Pero mira como bebend
por ver a Dios nacido
Beben y beben 
y vuelven a beber,
Los peces en el río 
por ver a Dios nacer”

Amigos y familiares no dejaron de llegar. En veinte minutos la casa ya rebosaba humores de paz y armonía. Bueno, al menos era la intensión de todos. Pequeños roces no son relevantes para destruir la reconstrucción de la fiesta. Por eso cuando Refugio, le dijo unas cuantas verdades a Margarita entre la gordita de mole y la ensalada rusa, no modificó el espíritu navideño. O cuando Felipe le dio un tortazo en mera jeta a Rubencito, el sobrino de Doña Matilde, se apresuraron a minimizar el incidente atribuyéndolo al exceso de brandy “Presidente” en el ponche. Las miradas de odio circulaban como los buñuelos que había traído Suzanita. “Esa fulana debía de traer cocadas”, dijo Mirella, prima de Juanita, Porqué, preguntó Laurita. “Porque es una descocada” concluyó Mirella, levantando la ceja lo más que pudo.
Doña Matilde como si fuera la reencarnación del ángel, anunció que había llegado la hora de pedir posada. Inmediatamente se pepeno del brazo a su compadre Fidencio, “tú te quedas aquí conmigo”, le susurró con dichosa esperanza. “A ver”,  dirigía Doña Matilde, “todos los niños afuera, Suzana, tu también. Los demás adultos para dentro”  concluyó.
Juanita repartía las letanías  que todos cantarían: los posaderos desde dentro y todos los peregrinos, los de afuera.

- Junita, tu le vas hacer de virgen y de San José… Manolito.
- Pero mamá, si es un niño, protestó Juanita.
- Por eso, si tonta no soy, aseveró Doña Matilde.

Todos en fila, detrás del pesebre con los bueyes y el niño Jesús que llevaban Juanita y Manolito. Comenzaron a circular con una velita de colores encendida en una mano y la letanía en la otra. Los que sabían de memoria la letanía encendían  luces de bengala.

En nombre del cielo 
os pido posada, 
pues no puede andar 
mi esposa amada. 

Los de adentro, respondieron a coro  con gran satisfacción, sobre todo Doña Matilde y Fidencio.

Aquí no es mesón 
sigan adelante, 
yo no puedo abrir 
no sea algún tunante. 

No seas inhumano, 
tennos caridad, 
que el Dios de los cielos 
te lo premiara.

Respondían los de afuera a pleno grito, porque la cera derretida de la vela los tenía con las manos henchidas de bolitas calientes que se enfriaban y quedaban como costras de colores.

Ya se pueden ir 
y no molestar 
Porque si me enfado 
los voy a apalear. 

Los de adentro disfrutaban del pequeño poder que les brindaba la tradición navideña.

Mi esposa es María 
es Reina del Cielo 
y madre va a ser 
del Divino Verbo 

Los peregrino (los de afuera) respondieron a media voz, ya que terminadas las velitas, sacaron sus smartphones y enviaban frenéticos mensajes de paz a todos sus amigos.

Entren santos peregrinos, 
peregrinos reciban este rincón 
Y aunque es pobre la morada,
la morada os la doy de corazón 
Cantemos con alegría, 
alegría todos al considerar 
Que José y María y María 
nos vinieron a honrar 

Los de adentro, entusiasmados por demostrar su generosidad una vez por año, abrieron la puerta.

- Juanita, pon el pesebre en el nacimiento. Quietos niños, ordenó Doña Matilde. Todos otra vez afuera que vamos a romper la piñata. Juana, dile a esos dos: Pepe y Andrés que tomen el mecate y se suban a la azotea, haber si así te dejan de estar viendo las piernas. Deberías ponerte unos pantalones, por respeto al niño Jesús. Esta niña me va a sacar los tejocotes por los ojos, le comentó a Fidencio.

“Ándale Juanita, no te dilates con la canasta de los cacahuates”

Juanita llenaba la piñata, una estrella con siete puntas, como debe ser, una por cada pecado capital. Muchos cacahuates, limas, mandarinas, naranjas y pocas cañas abarrotaban la olla de barro de la piñata.

“No quiero oro ni quiero plata. Yo lo que quiero es romper la piñata”

Con un palo de escoba y una pañoleta amarilla amarrada a la cabeza al primer candidato le daban vueltas sobre su propio eje, hasta el punto de quedar mareado, comenzaba a dar palos de ciego a una piñata que desde la azotea, era levantada hacia arriba o hacia abajo procurando siempre que el golpeador errara el blanco.

“¡Dale dale dale no pierdas el tino porque si lo pierdes pierdes el camino!”

Por una imperdonable distracción. Juanita no se puso los pantalones ordenados por su madre. Pepe y Andrés dejaron inmóvil el mecate y la piñata suspendida fue alcanzada por un buen palazo rompiéndose en mil tejas de barro. Una marabunta de cuerpos se lanzó al piso después de que en cascada la fruta cayera. Cinco moretones, cuatro heridas profundas en sendas rodillas fue el resultado colateral de las sonrisas que mostraban sus frutas magulladas.

Saciados de festejo, antes de que dieran inicio los reproches post algarabía. Doña Matilde, del brazo de Fidencio, arrullaban sus miradas con el vapor del undécimo jarro de ponche.

- ¡Juana! Pon música. ¿Dónde se habrá metido esa? ¡Juana! 

lunes, 15 de diciembre de 2014

Una estirpe


Los que oyen la historia todavía se estremecen. De boca en boca fue creciendo el valor del marinero Martín Costas. Por los mares del Sur, el navío de Martín, de 30 metros de eslora, una madrugada del 3 de Febrero del año de San Crispin y de San Crispiniano, un enorme monstruo marino batió con su enorme cauda en la proa. La tripulación intentó mantener la calma y el timón nunca estuvo tan fuertemente sostenido. La desgracia ahogaba las gargantas como el agua de mar a la embarcación. Martín Costas, logró afianzarse a lo que quedaba del velaje. Sostenido a flote con la mano izquierda y con la derecha haciendo la señal de la santa cruz, se encomendó a San Crispin y a San Crispiniano; observó que el monstruo marino se retorcía emitiendo quejidos entrecortados. Del vientre del monstruo marino pudo notar que salía una monstruosidad envuelta en una aureola de vapor. De repente, la calma siguió al hundimiento de la monstruosa madre. La cría comenzó su ondulante movimiento y se acerco a Martin, buscando el pecho salvador.
Durante tres días estuvo a la deriva en dirección norte, hasta que una barcaza de pescadores de almeja lo rescató. Lo subieron con dificultad porque él abrazaba fuertemente un bulto verde y viscoso como si fuera un tesoro. Al principio los pescadores pensaron que se trataba de un revoltijo de algas que le habían servido para sobrevivir y por ello, se aferraba, como si al perderlo se le fuera también el sustento. Al recobrar la noción de la realidad, abrió los brazos y deposito con cuidado una monstruosidad inmóvil. Conmovidos, los marineros al ver las lágrimas de Martín Costa, dolido de no poder salvar a la criatura, convencieron al alcalde del la ciudad ribereña de conmemorar el hecho en el jardín principal. Por eso, el día 3 de febrero, alrededor de la fuente levantada en su honor, se repite, hasta altas horas de la noche, la historia verdadera de la llegada al mundo de una monstruosidad de origen marino.

Fotografía. Fonte na Praça do Marquês de Pombal, Porto, Portugal.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Fin de fiesta



Siempre quiso viajar en globo. Calentaba el aire de su recámara con un mechero. Sentía como se elevaba su conciencia. Gustaba de subirse a la mesa y ver las cosas desde arriba. Una calentura que pasaría con el tiempo, concluyo la familia.
Su hermano menor es el único testigo. Dice que lo vio con cuatro globos tirarse desde el balcón.

Una pena que no pudiera abrir sus regalos de cumpleaños.


Tinta/papel 20x 30 cm.


viernes, 12 de diciembre de 2014

¡Extra! ¡Extra!


Fue una mañana brumosa y fría. Desde los ocho años hasta los diecisiete, en la contra esquina  de la estación de trenes São Bento, voceaba: 

¡Extra! ¡Extra! La Condesa murió en el lecho de su madre como esos chopos del río. 

¡Extra !¡Extra! encontraron al niño perdido con el corazón hinchado y la cabeza y el hombro. Se sospecha de la abuela materna. 

¡Extra! ¡Extra! se fugó el banquero con todos lo ahorros,  lo han visto en las Islas Caimán.

Fundido en el paisaje urbano o ardina (vendedor de periódicos) se convirtió en noticia cuando fue atropellado por un automovilista en una mala maniobra. 

¡Extra! ¡Extra! Hubiera gritado. Vendedor de periódicos atropellado frente a la igreja dos Congregados. Fue enterrado en la fosa común.

Los transeúntes extrañaban su vocerío matutino. Mediante una cooperación y en base a retratos hablados consiguieron que un escultor inmortalizara en bronce, a tamaño natural, esa presencia inmutable. 

Lo recuerdo, era una mañana brumosa y fría.

Fotografía: O Ardina, escultura de Manuel Dias, Praça da Liberdade, Porto Portugal

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Tejar los ojos



Un dialogo solitario parece el vuelo después de la llegada. Desde los tejados alguna vida palpita aunque parezca escenario propio del silencio. Una tarde de invierno congela el paisaje y se mira ese perfil de los contornos. Parece que las gaviotas tienen un dialogo metafísico, un picoteo de amor por las alturas. El mundo exterior se rasga y nos parece que el muelle del cielo son los tejados. Las tejas de barro revelan la inalterable conversación de las gaviotas. Nunca las palabras fueron más simbólicas, ni tan trémulas las miradas para que no alteren ese momentáneo arribo del contraluz. Hay una zozobra, un inquietante vacío. Se extiende una diagonal que nos atraviesa y nos deja clavados como aquellos marineros con la nostalgia imperturbable a esa seducción que provoca el horizonte. También hay una sensación de desierto mental. No queremos que pase el tiempo y a la vez deseamos que pase la imagen para poder movernos con los pulmones reventados al contener la respiración por segundos eternos. Uno intenta recordar, pero no recuerda nada. Uno quiere imaginar que las gaviotas coquetean para aparearse antes de alzar el vuelo y el deseo retiene sus alas hasta ponerse de acuerdo. Uno intenta, como si la belleza tuviera algo mas que el instante. Como el que llega y parte, poco a poco se nos rebela lo errante de la imagen. Sin embargo, ebrios de mundo, cerramos la ventana para que nuestro miedo tome distancia y por un inexplicable mandamiento, volvamos a detenernos a mirar los tejados. 
Sabemos, con íntima tristeza, que las gaviotas no conversan de amor, sólo toman aliento para el próximo viaje. 



Fotografía: Porto, Portugal.

martes, 9 de diciembre de 2014

Marcus de Halicarnaso


Se dio cuenta desde un principio que se encontraba en una de esas encrucijadas dignas de escribirse. Sacó su cuaderno y apuntó: “un hombre sabio reconoce cuando las circunstancias le son adversas; meditar en ellas es la primera etapa de un largo camino”.
Discípulo de Marcus de Halicarnaso, se pasó 20 años tomando notas de todo lo que a su parecer implicaba el limite entre el hacer y el deshacer.  
Primero quiso reunir todas sus notaciones en un volumen que tratara de la Retórica de las acciones por hacer, sin embargo, problemas de léxico lo hicieron mudar de opinión, ya que la combinación del lenguaje corriente con su inclinación poética resultaba un libro inconsistente con el rigor al que aspiraba.
Resolvió modificar su prosa y teñirla de clasicismo, pero cual no sería su desencanto al notar que las metáforas usadas requerían de un apartado de hermenéutica más extenso que el cuerpo mismo del volumen original.
Su enamorada, con esa sagacidad propia de la que esta acostumbrada a querer hacer en circunstancias siempre adversas, le sugirió escribir pequeños párrafos, como si contara historias de caminantes.
Seducido por semejante clarividencia, los últimos cinco años de su vida los dedicó embelesado a besar el cuello de su amada. Del volumen de “Retórica de las cosas por hacer” sólo quedaron unas cuantas páginas. Tenemos noticia que dejó un pequeño manuscrito llamado “El libro rojo del buen amor” del que se ha rescatado una especie de sentencia: “La sensualidad es la encrucijada mas complicada a resolver. Los caminos nunca llegan a juntarse”

Mixta/papel 20 x 30 cm.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Calendario 2015


Como usted lo pidió, o lo soñó o lo intuyó y por discreción lo guardó en su fuero interno: este Abarrote pone a su disposición el Calendario 2015, “Ángeles sin guardar”

Una sola fila por favor, no se amontonen, ni se preocupen, si hay.

Si alguno de ustedes quiere poseer y no sólo desear su calendario no dude y envíeme un correo y el Sr. Camilo Rubalcaba, Gerente de este tugurio, de inmediato se pondrá en contacto con ustedes para ultimar detalles.

Les agradezco su fina preferencia y recuerden que no tenemos sucursales.

¡Felices fiestas! 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Máquina de papel



En aquella provincia, cercana de los centros urbanos pero muy lejana de su frenética vida, se construyó con pequeños trozos de papel picado una maquina maravillosa. Sus habitantes, orgullosos de su pasado glorioso de constructores de ingeniosos artefactos, se sentaban los sábados alrededor de ella para descubrir el mas mínimo error. Varias generaciones corroboraron la geometría analítica de los planos, por eso, no tiene explicación el porqué abandonaron a su suerte a mediados de siglo veinte de nuestra era, su provincia.
Los arqueólogos, encontraron los planos sin proponérselo, cuando andaban  a la procura de ciertas ruinas de la Cultura Totonaca. Doblada en cuatro partes y metida en un veliz de cuero, los planos daban cuenta de la última  modificación.
A la fecha se han realizado dos Congresos. En la última ponencia, rebatida hasta hoy en día, se afirma que se trata de una maquina del tiempo. El problema, al parecer insalvable, corresponde al tipo de material utilizado para su confección. El papel picado es un material perecedero y difícilmente se encontraran vestigios. No obstante, se han aprobado dos bolsas de investigación para financiar la búsqueda.

Mixta/papel

lunes, 1 de diciembre de 2014

Diciembre


Hemos jugado con las cartas que nos han tocado en suerte y sin embargo el pecho se llenó de días. Comprendemos que por muy mala mano que tengamos, hay una emoción que nos mantiene sin abandonar la partida.
Si te sale un as, es un decir, baja la voz para que la esperanza que nos mantiene no se vuelva lapida. 
Saquemos nuestras libretas, afilemos nuestro lápiz y esperemos nuestra carta ganadora.
Diciembre llegó con un posible triunfo bajo la manga.

Abrazos en juego.
Sergio Astorga

viernes, 28 de noviembre de 2014

El gallo fogonero



Picotea la bruma al despuntar el lápiz que dibuja el día. Milenios de aleteos han mitigado los malos alientos de las granjas y de lo llanos. Como un Luzbel quemado, bruno de lagrimas ya sin gloria deja las tinieblas. Nadie lo sabe porque no tiene nombre, sólo oficio. Su canto persigue ese resplandor muerto que se prolonga inerte en las aves de caza. Los niños que lo han visto tiemblan al no saber las palabras que lo arropen para que no se aleje. Algunos hombres recuerdan que su canto siempre ha sido el mismo. De esto hace ya muchos años. Cuando las ciudades todavía no sabían de lo aburrido del asfalto. Cuando las noches no quedaban atónitas de tanta luz artificial. Y las escobas eran de ramas y la gracia se daba como naranjas entre manzanas.

Si lo miras no le avientes piedras, no es ave de mal agüero, ni reclamo de destino. Del otro lado de la noche. De la noche noche, puedes escuchar su canto. El quiquiriquí del kokorokó deja de ser secreto para encender el fósforo que lleva en el pico.

Mixta/papel

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Umbrales


- Que el año viene mal, me han dicho.
- ¿Quién?
- La gente, ¿quién más? Juan no se casa y la Margara se quiere morir.
- Si que viene mal.
- El perro de Sabás esta enfermo. No dura
- Los demonios andan sueltos.
- En todas las centurias es igual. Las misas quejas y furias.
- Cortejar la suerte es estar mal del corazón.
- Por eso me gusta sentarme aquí, en este venero de luz. La piedra es dura pero la vista es maravillosa.
- Los dueños de este palacio tal vez eran unos *coitados, como nosotros.
- Yo no tengo cuitas de amor.
- Bueno, pero dialogamos del tema y eso amerita tristeza.
- Sólo contemplo.
- Que pesado eres.
- No vengas. ¿Qué es de María?
- Tiene tedio.
- Es el invierno.
- ¿Ya conseguiste trabajo?
- Nada. Nadie quiere profesores de mi edad. ¿Y tú?
- ¿Te burlas? Si no fuera por este trabajin estaría del otro lado de la ventana cayendo con una aceleración constante.
- ¿Ya limpiaste el salón de los embajadores?
- No.
- Vamos, te ayudo. Aquí hay demasiada Luz.

*Coitado proviene de la coita y de las canciones de amigo. El significado actual es infeliz. ¿Qué mayor infelicidad que una cuita (pena) amorosa?. Digo.

Fotografía: Interior de una habitación del Paço Dos Duques De Bragança, Guimarães.

martes, 25 de noviembre de 2014

De otro género



Sus siluetas blancas agitan, sobornan la visión. La blancura de sus senos provocaron días de bruma y risas contenidas. Silenciosas como dementes figurines que fingen noche para triunfar entre las sombras. Nunca dejaron un sollozo de amor, ni besaron el frío despecho de las madrugada. Los fuegos de artificio que provocaron con sus cuerpos desnudos, ahora han quedado en el hueso de la hoja. Su esqueleto de tinta, su entorno como una esquina de alguna ciudad que respira en dos dimensiones. La penumbra del cuarto ha quedado partida en dos en ese dibujo. Un deshielo dicen, un beso perdido. Una aparición que nadie quiere tener en sus paredes. Es necesario esta invocación. Este transitar en el día por no tener noche. Como esperando que la violencia se diluya en las imágenes. Reserva que explora los antiguos caminos del placer. La luz, las forja a la puerta para ser vistas, para que el ritmo de la vista quede fija mientras hablamos. Los gritos de los niños en la cuna. No se oyen. Aquí sólo corre la representación. Con esos signos se reconoce la belleza. Esa belleza irrescatable en nuestros actos. Encender las palabras para justificar estas líneas que hacen del blanco, cuerpo de mujer. Sin esfuerzo, serás parte de esa luz que te envuelve como espacio. Los colores han huido por su propia voluntad; sus hábitos son de otro latido. No hay contradicción. Ellas no son estatuas. Ellas tienen huellas diurnas y los vendajes que tienen por memoria están en los libros. Ellas desentierran las preguntas que pesan en nuestros labios. Esos pensamientos que presienten el roce del cuerpo. La tibieza de la sabana es lo que ellas tienen como horizonte. Ellas cortaron la flor para encender un cigarro. No temen ser señaladas, al contrario, ellas intentan lucir tal como son: sin prejuicio de cadera ni cosmética en la forma. No hay horarios y las horas borrosas están tumbadas en el catre de los dormidos. 
El cuerpo de viaje es un presentimiento. Hoy llueve y el collar terco del agua molesta, parece que ellas lo saben, la humedad es una animal ciego, tenaz, que se mete, violenta, viola como ese macho que esta a nuestro lado. La superficie de la muerte les roza, por eso ellas se arrojan al vacío, donde puedan matar a su madre, a su padre, tíos y tías que no hacen mas que desgarrar el dibujo. Ellas son el rumor, el refuerzo absorto de su propio ocio de belleza y la voluntad oblicua de la vacilación de una adivinanza. Los bordes carnosos de la linea nos dicen la verdad de la mentira y los rostros calientes reclaman tanta libertad. Ellas lo saben, por eso esperan la tinta tibia que les dibuje otro género de vida.

Tinta/papel

lunes, 24 de noviembre de 2014

Días Filiales


Un día, al llegar de la escuela el Manolito preguntó a su mamá que estaba recostada en el sofá:

- Mamá, porqué tienes pelos en la cara.
- Es herencia, y no es manera de preguntar.
- Entonces por qué yo tengo que cortarme el cabello si es herencia.
- Porque tu te ves sucio.
- Y tú, ¿no?
- No seas majadero.
- ¿Por qué mis preguntas son groseras y las tuyas no?
- Porque soy tu madre.
- Yo soy tu hijo. Eso no cuenta.
- No seas baboso, y vete hacer tu tarea.

Otro día, al llegar el Manolito de la escuela su madre le preguntó:

- ¿Cómo te fue en el examen?
- Mal.
- ¿Por qué?
- Por herencia.

Tinta/papel.

viernes, 21 de noviembre de 2014

A voz alzada



La serpiente vuelve a estar en las calles.
Se siente a gusto en el Tezontle. 
Porque hemos venido a soñar
y el sueño nunca termina. 
El corazón está triste.
La planta renace 
entre las hendiduras del lloro. 
El águila grita 
y un licor dulce 
corre por las gargantas. 
De donde nacen los muertos
los escudos se adornan
con los cantos bermejos.
Si tu caminas por sus asediadas calles
sentirás pronto tu casa
por la fuerza del cacao 
y querrás escribir
con la tinta negra y roja. 
Somos efímeros.  
¿Quién no lo sabe? 
La pulsera de jade permanece.


Fotografía: Templo Mayor, Centro Histórico, Ciudad de México.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Primera manzana primera


La primera mordida fue como escrutar en ese mito que los sabios satisfechos en su ayuno, contradicen.
Se quedó boquiabierto como ese solista que ensaya todo el día sin conseguir dominar su instrumento. El sabor de la manzana había modelado su contento hasta que de repente sintió como le crecían dos pechos bien torneados.
No era la primera vez que un trastorno alimenticio se presentaba a la hora de la cena. Tragarse un mito no es para tener una digestión tranquila pero, ¿los pechos? ¿Porqué no los cabellos o los ojos?.
Tuvo que dormir de costado. A la mitad del sueño un cortejo de manzanos enseñaban sus frutos con cierta malicia. Despertó con el impulso de enredarse una soga al cuello.

A los treinta años de su edad, conoció el lado más oscuro del insomnio donde habitan los bajos fondos de la historia.

Mixta/papel

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Por usía


Una gachí me dijo; “el siguiente día es lo que espanta".
Lo sigo pensando.

Acrílico/tela 60 x 80 cm.

lunes, 17 de noviembre de 2014

De noche por el parque



El amor es visible en las estrellas cuando los insectos vacíos rondan la noche. Las criaturas estaban en carne viva, recién nacidas. La oruga subía al árbol calcinado y frenéticos los enjambres de hormigas se metían en la medula del aire. Con patitas de mujer, los latidos de la araña repasaban su telar antes del alba. 
Los amantes no se quejan porque tendrán su blanco de contento y entre el avance fugaz de la mordida se comprende porque la humedad hace milagros. 

Tinta china/papel

viernes, 14 de noviembre de 2014

Infancia suspensa


Fueron saliendo una a una por los canales. Dicen que vienen buscando su infancia perdida. Muy temprano corren a refugiarse en la choza. Don Julian, dueño de la chinampa las mira con ternura y como puede las va colgando en los árboles o al rededor de su casa. No les pone nombre y las deja tal como llegaron. No las baña, ni las peina, ni les pone ropa. 
La población de muñecas aumenta cada día.  Don Julian ya no sale de su territorio tan ocupado en atender a tanta crianza.

Sus vecinos ya no lo visitan y esconden a sus hijas pequeñas de lo que llaman la isla de la muñecas. Tienen miedo de que ellas gusten de la canciones de cuna que se filtran por las noches.

Fotografía: Isla de las Muñecas, Xochimilco, Ciudad de México

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Ciudad de la Dama



Lo que fue un lote baldío hoy es una ciudad febril. Si ustedes tienen el vértigo de la llanura es mejor que se queden en donde están.

Se llega cuando uno se columpia entre las tres o cuatro de la tarde, cuando las reservas racionales han quedado suspendidas en una casi placidez. Es entonces que la miras, más bien, es ella la que sale a tu encuentro. El cuerpo es su horizonte y sus predios nunca tienen columnas que compitan con sus altivos pensamientos. Los niños chupan de las ventanas el alimento que les faltó -siempre les falta-. La ciudad es un estruendo de olvidos y de culpas, por eso los edificios no tienen escaleras de escape. No puedes pedir ayuda, no tiene ningún sentido. La Ciudad de la Dama es una escultura de sí misma. Una monódica insistencia a la sensualidad.

Los muros son suaves como muslos y las calles tienen un empedrado semejante a esa costra de rodilla raspada. No puedes pegar en las paredes ningún cuadro o fotografía, cuando lo intentas, al tocar la pared quedas pegado a ella en un abrazo que te hará olvidar cualquier intento decorativo.

La ciudad tiene que ser andada, no hay coches, ni bicicletas y solo puedes ir en un sólo sentido: de norte a sur. Desandar es mal negocio, puede llevarte horas encontrar noción de cuerpo y confundirías los pies con las caderas; los ojos con los codos. No te extrañe si quedas seducido por ese fresco olor que sale de sus alcantarillas, es un olor joven, esbelto, por eso es tan difícil detenerse. En esa ciudad nunca se duerme, un mordisco en la oreja nos alerta y esperamos en un escalofrío a que pase ese jadeo del que esperamos participar en algún momento. Es preciso olvidarse de la manzana bíblica y sólo como un acto de belleza histórica podemos llevar dátiles. Tampoco vayas vestido de color rojo, ese color está prohibido por ser un motín de realidades. Por las azoteas y los tejados baja un viento de aventador, así que no lleves sombrero, ni cachucha, es de mal gusto. 

 

Si tú tienes la dicha de llegar nunca sabrás para qué llegaste. Si tu lengua es de nómada, te sentirás a tu gusto ya que no puedes quedarte a vivir en ella. Tienes que circular, por eso nunca verás a nadie por sus calles ni asomarse en las esquinas. La Ciudad de la Dama es sólo para ti, en ese embrujo erótico de saberse único.

Tinta /papel

martes, 11 de noviembre de 2014

Va llenita de sirena.



De una bocanada se comió a todas las sirenas. Fue entonces que los signos musicales tuvieron otro pautado.

Cuando veas el chorro de agua ser exhalado por la ballena notarás un soprano sostenido. No te inquietes. No te amarres. Los jugos gástricos han hecho el efecto becuadro.

Tinta/papel

lunes, 10 de noviembre de 2014

Obviedad que no se cuenta se distorsiona


Algunas historias mojan y quedan en piedra. A la mitad del siglo dieciocho llegó de la sierra del Pilar un jovial hombre de tristeza sombría. Se le veía vagar por las calles. Las personas que lo veían no daban crédito a que en tal sonrisa pudiese albergar ese desconsuelo. “Es mal de amores” “Su cara refleja ruina” “Está enfermo, hay que tener cuidado” “¿Será un acecino en fuga?
Pasaron varios años y como no sacaban razón de ese deambular, comenzaron a verlo como parte de la rutina de la ciudad.

De la noche a la mañana, como dicen los testigos, apareció, con un semblante duro e inconfundibles rasgos, el hombre  que tantas veces vieron errante por las calles. Incrustado en la piedra, sin su antigua jovialidad, de su boca manaba un chorrillo de agua. 
“Claro, tenía que ser, tantos años sin contarnos su historia, fue su condena” “Fue un hechizo, la señora del 52 al verse rechazada se vengó” “No es nada de eso, cuando la luna está mal aspectada y no se toman las debidas precauciones eso es lo que pasa” “Son unos ignorantes, la explicación es científica: fue muerte por agua, ¿acaso no ven las branquias y el hocico de serpiente de mar?”

Fotografía: Chafaríz en alguna fuente en Oporto, Portugal.

viernes, 7 de noviembre de 2014

jueves, 6 de noviembre de 2014

Vestíbulo



Vienes cuando pronuncias tus pisadas y yo, suspendido en una honda calma, te espero a que bajes esa empinada calle. Cuántas veces, desandar el camino nos hacía reír para volver a organizar nuestro tiempo y planear reunirnos de nueva cuenta en la estación de trenes. Compraba los boletos un día antes. Sabía que no iríamos a ningún lado. Cuando veía los tacones veloces bajar la calle, un margen de ansia se me atoraba en la corbata. Me gustaban los días de niebla, porque así sabía que traerías esa gabardina marrón que dejaba ver tus tobillos, tan firmes, que el tacón de los zapatos parecía una extensión inevitable. Todavía no sé tu nombre. pero sé que en él palpita la vida. Tu silueta me llena, ¿no sé porque te esfumas? No importa que te llames Cordelia, Otilia o Lucrecia. Por si acaso, ya tengo todas las iniciales dibujadas en mi cuaderno para cuando te escriba. Te voy a decir en ella, que tengo algunos meses en la estación de trenes viendo como se me aclara la vida. No creas que me ha sido fácil decidirme. No me lo tomes a mal, te siento tan cerca de mi que se me ha olvidado pronunciar palabra. 

Hoy no has pasado y mi vida se ha colado al cristal. No sé que huella misteriosa me perturba, porque detrás de la ventana la mirada la siento solitaria.

Fotografía: Estação Ferroviária de Porto-São Bento. Portugal.