El Sr.Trampantojo tuvo el estomago cogido por una hambre que nunca pudo saciar. Fue hombre de una sola mirada. De una sola hora que sonó con esa rectitud que contradice la curva verdadera de la entraña. Su andar fue altivo y un pasado que reposó en cada una de sus camisas. Traía una cólera en los ojos y un vinagre se abotonó en el ojal de sus días. Yo lo estimé, con ese sentimiento de niño que no distingue al pájaro del buitre. Por eso cuando murió, lo limpie y le puse de nuevo esa tristeza en el ojo que le quedó. Le di un abrazo emocionado, lo dejé boca arriba para que la tierra lo cubriera grano a grano.
Sigo emocionado. Digo. ¿Qué podía Hacer?
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